Préstamos bancarios vs. prestamos personales

Préstamos bancarios vs. prestamos personales

Entre los préstamos personales y los préstamos bancarios hay una gran diferencia. O mejor dicho, muchas diferencias, y todas ellas de gran importancia. En este artículo te mostramos los cinco principales puntos en los que estas dos opciones de financiación difieren: el prestamista, las cantidades a disfrutar, los plazos de devolución, la tramitación y la finalidad que tienen. Toma nota.

Diferencias entre préstamos bancarios y préstamos personales

Diferencia 1: quién otorga los préstamos

La primera gran diferencia la empezamos a intuir con solo leer el nombre: préstamo bancario. Quiere decir, por tanto, que quien concede el crédito es el banco. De esa manera, directa o indirectamente, los fondos proceden del patrimonio de la entidad bancaria. Sin embargo, los préstamos personales se asocian mayormente a los prestamistas privados, que pueden ser compañías financieras especializadas en créditos personales, muchas de las cuales operan en Internet. El tamaño de estas compañías puede variar, y de hecho algunos prestamistas son personas que se dedican a la financiación de forma profesional u ocasional. Pero eso no quiere decir nada sobre la capacidad económica de los prestamistas: pueden ser entidades relativamente pequeñas con una gran solvencia.

Diferencia 2: cantidades a disfrutar en préstamos bancarios y personales

Otro gran punto de divergencia entre unos préstamos y otros es la cantidad a disfrutar. Los bancarios normalmente entregan al cliente cantidades medianas o grandes de dinero, en muchos casos por encima de los 10000$. En cambio, la gran novedad de los préstamos personales, especialmente aquellos que se solicitan en Internet, es que permiten disfrutar de cantidades extraordinariamente bajas y que los bancos no ofrecen. En Credy, el mínimo a solicitar son 1000$.

Diferencia 3: plazos de devolución de préstamos bancarios  y préstamos personales

Los préstamos bancarios normalmente se devuelven en periodos largos, en pagos muy fraccionados, lo cual hace que los intereses a pagar sean altos en su conjunto. Por el contrario, en el caso de los préstamos personales, a menudo los plazos de devolución son muy breves y la devolución se realiza en un solo pago, limitando el vínculo del cliente con el prestamista y evitando que existan gastos a medio y largo plazo. Esto a veces da lugar a equívocos: como que el valor de referencia para calcular los costes de un crédito es el CAT (Coste Anual Total), el valor indicado en los préstamos personales resulta alto. Esto es así porque ese cálculo se traslada a 12 meses, algo que no ocurre en la realidad, pues el plazo máximo de regreso del dinero rara vez es superior a los 30 días. De hecho, en Credy manejamos como plazo entre 1 y 30 días.

Diferencia 4: la tramitación del crédito

Otra de las diferencias más sustanciosas es cómo se tramita y cuáles son los requisitos exigidos en esa tramitación. De una parte, los préstamos bancarios se deben tramitar por norma general en las oficinas bancarias, de forma presencial y ajustándose a los horarios de apertura de dicha oficina, lo cual no siempre resulta fácil. Además, la documentación requerida a la hora de tramitar estos préstamos suele ser bastante exigente: avales, garantías, recibos de sueldo, informes de solvencia y un largo etcétera.

En cambio, los préstamos personales son mucho más flexibles, sobre todo desde la aparición de sitios web como Credy. Ahora, toda la tramitación se puede realizar a distancia, préstamos en línea, sin necesidad de desplazarse a ningún lugar presencialmente. Además, estos portales web ‘nunca cierran’, están siempre disponibles, las 24 horas del día de los 7 días de la semana. Y en cuanto a la documentación exigida, las exigencias son mucho menores. De hecho, en esta modalidad se pueden tramitar préstamos sin Buró de Crédito, créditos sin recibo de sueldo y financiación sin tener que presentar garantías. Es, para muchos, una verdadera segunda oportunidad.

Diferencia 5: a qué se destinará el dinero

Una característica habitual de los préstamos bancarios es que van asociados a un fin concreto: independientemente de su importe, el banco te lo concede para que lo emplees en unos estudios universitarios, la compra de un carro o la adquisición de una vivienda, entre otros conceptos. Sin embargo, en el caso de los préstamos personales, esto no es así. Son personales, privados, y cada cliente lo puede invertir en lo que quiera. Muchas personas se van de vacaciones, se permiten un capricho o hacen frente a gastos imprevistos con el importe percibido. Pero cada vez más son los profesionales que utilizan este tipo de financiación para su negocio o actividad. A pesar de tener unos gastos de gestión, estos créditos son capaces de resolver importantes situaciones cotidianas, como por ejemplo mejorar la liquidez de la compañía y hacer frente a gastos de tesorería. Gracias a que el dinero se regresa de una sola vez y en un plazo breve, no supone grandes trastornos en lo que tiene que ver con los ratios de endeudamiento financiero de la empresa.

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